lunes, 26 de mayo de 2008

Citas de viaje. Reflexión

“ En un viaje, en cualquier viaje, todo es gozosamente falso: ahí esta, probablemente gran parte de la felicidad y la inquietud de un viaje: vivir, entre paréntesis, una ficción”
Martín Caparrós

Una ficción, tantas veces nos hemos preguntado si todo este medio en el que nos movemos no es una gran ficción. Algo irreal, algo armado donde jugamos un papel ya designado.
Imaginemos que si cualquier viaje, cualquier exploración supone un tiempo en el que somos otros, podemos hacer otras cosas, actuar de un modo un tanto distinto; entonces porqué no interpretar nuestra propia existencia como un gran viaje, en el que siempre hay un escenario, una puesta en escena; donde siempre hay que interpretar un papel.
El desafío sería intentar que ese rol, no esté impuesto, renovarlo, reinventarlo, cargarle nuestras experiencias, intentar romper con el libreto ya asignado. Es que , si todo es una ficción, por lo menos atrevámonos a vivirla a nuestra manera. A movernos en el escenario, no como títeres, sino como guionistas de la historia, del viaje que cada uno emprendió.
Ficción y viaje, ¿ Acaso no es una buena combinación?. Ser actores y viajeros de nuestro propio universo … Quizás solo haya que intentarlo.

“No hay relato de viaje sin invención. O, para decirlo etimológicamente, no hay relato sin descubrimiento. El relato de viaje ofrecerá un mutuo descubrimiento …”
Jorge Monteleone, El relato de viaje: de Sarmiento a Umberto Eco

Todo aquel que haya realizado un viaje sabe que siempre hay “algo” que uno se trae consigo mismo. Solemos guardar en nuestra memoria, situaciones, momentos, imágenes que nos hacen reflexionar sobre nosotros, sobre nuestra existencia; incluso muchas veces hasta replantearnos tantas actitudes o hechos del ayer.
Pero … ¿Cómo contar eso? ¿Cómo hacer sentir lo que nosotros pudimos experimentar con nuestros propios sentidos? Uno trata de ser fiel a ese recuerdo, de plasmarlo como una foto sobre el papel, pero eso casi nunca sucede. Las palabras van tomando su propio rumbo, el relato se va convirtiendo en un viaje aparte; y aquel recuerdo, se pierde en el relato, es una estación más en este recorrido de palabras.
Cuando se comienza a narrar un viaje, esa experiencia de escritura termina siendo una travesía en si misma, la birome escupe las palabras como un río en crecida, ellas solas se acomodan en la hoja, arreglan, cambian, ellas tienen el reloj del recorrido. Nunca preguntan, la muñeca no tiene frenos en ese instante, todo parece sin control.
Al final, allí está mi relato, lo desconozco y la vez no puedo dejar de ver si no es a través de él. Sólo puedo llegar a una conclusión: no sólo tengo que escribir sobre mis viajes, también debo hacerlo sobre mi momento de escritura acerca de ellos. Es ahí donde logro hallar varias cosas, por un lado, visualizar mi experiencia, y por el otro, recorrer mis inquietudes y mi arbitrario recuerdo de aquellos lugares.
“… Tal vez una de nuestras tareas más urgentes sea volver a aprender a viajar, en todo caso, a las regiones más cercanas a nosotros, a fin de aprender nuevamente a ver”
Marc Augé, el viaje imposible: el turismo y sus imágenes


¿Cómo se hace para ser un extraño en su propia casa, en su propio barrio? Muchas veces ocurre que nos alejamos miles de kilómetros con la necesidad de acercarnos a nuestro interior; pensamos que la distancia en kilómetros nos va a acercar al fondo de nosotros mismos. Y no …
Seguimos parados en el mismo lugar, siempre girando sobre las mismas ideas, desconociendo todo, no solo el paisaje, a nosotros también. Volvemos con la decepción del naufrago, aquel que se perdió tratando de encontrar ….
Entonces vale replantear la idea de cuestionar, desde tu lugar, tu casa, tu escritorio, tu cuaderno. La idea de buscarse entre las cosas propias, de hurgar en uno mismo sin salir de casa, sin sacar boletos de larga distancia, solo deambulando por lugares conocidos, tan conocidos que merecen la oportunidad de mirarlos como extraños, como alguna vez (lejana) lo hicimos.
Volver a ver, no mirar, no una mirada fugaz que todo lo olvida, todo lo pasa por alto; sino ver, ver alrededor como si estuviéramos frente al paisaje mas remoto y atractivo del mundo. Ver hacia dentro.

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